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lunes, 14 de noviembre de 2022

Tik Tok: Consumo alto anularía capacidad de concentración en niños y jóvenes.

En el diario El País de España, encuentro un artículo firmado por la periodista Nuria Labari titulado “Nadie entendió TikTok tan bien como Charles Dickens”... el artículo describe y alerta sobre el peligro de la aplicación Tik Tok que arrasa en todos los países. Al paso que vamos se está forjando niños y jóvenes adictos al consumo de dosis de videos breves que van a anular su capacidad de raciocinio y concentración.

“Nos guste o no, los niños de esta generación no solo van a construir su personalidad a través de un smartphone sino que sentirán que este dispositivo forma parte de dicha identidad. Su forma de estar y entender el mundo es en conexión permanente y no parece que haya un retroceso posible ante este hecho. Es por eso que llega un momento en que es imposible castigarles sin móvil, igual que lo sería castigarles sin padres o sin casa. Un adolescente de este siglo necesita un móvil más que para ninguna otra cosa para “ser alguien” y la mayoría consigue el suyo con el paso al instituto, especialmente cuando son niñas.
Y cuando por fin poseen el ansiado dispositivo, TikTok se convierte en su aplicación de cabecera. Tanto es así que se ha convertido en el buscador de referencia de la generación Z, por encima de Google. Una aplicación que también tiene un sesgo marcadamente femenino (...) No en vano, muchos de los contenidos que arrasan están protagonizados por chicas que presumen de dietas, rituales de belleza, trucos de maquillaje, trabajo de glúteos, vientres planos, gimnasia facial y todo tipo de bailes más o menos sexualizados (generalmente más que menos) que dirigen y alimentan la construcción de la identidad femenina en este siglo. Paradójicamente, nuestra moderna tecnología consolida estructuras que llevamos siglos intentando derribar.
En todo caso, lo más llamativo del algoritmo de TikTok, muy por encima de su sesgo de género, es su componente adictivo. Estamos hablando de una aplicación diseñada para entregar el poder absoluto al algoritmo y arrebatar cualquier control o elección al usuario. Así, TikTok no presta atención a los intereses compartidos ni a los likes (el contenido que el usuario dice públicamente que le gusta) o a las cuentas que seguimos, sino a aquellos vídeos que consumimos en soledad, con o sin interacción. Contenidos donde la única huella que dejamos es la de nuestra mirada. Por eso, si te gustan los vídeos de bailes los verás hasta que te escuezan los ojos. Y si comienzas a consumir contenido sobre “comida”, “dieta” o “belleza” es posible que no veas nada más durante horas, durante días, meses o años. Es por eso que en TikTok arrasan los vídeos donde vemos reventar espinillas a cámara lenta: evidentemente no están entre los intereses “públicos” de nadie, pero acumulan millones de reproducciones. Un consumo audiovisual compulsivo que puede agravar las obsesiones de cualquier adolescente y acelerarlas.
Así las cosas, puede parecer poco responsable poner en manos de menores una tecnología destinada a crear adictos y pedirles que construyan allí su identidad. Pero eso, por terrible que parezca, es lo que está sucediendo. En realidad, los dueños de TikTok son tan conscientes de que la aplicación es adictiva que dentro de los ajustes ofrecen la posibilidad de activar un límite de pantalla a cada usuario, siendo 40 minutos diarios el tiempo mínimo a elegir. Igualmente, y dado que es realmente difícil dejar de consumir, la aplicación ofrece la opción de elegir descansos de pantalla cada diez, 20 o 30 minutos. Pero ¿no será peligroso que haya millones de niños —mayoritariamente niñas— enganchados a TikTok consumiendo toda clase de contenidos sin ningún tipo de filtro y de forma compulsiva? Sin duda lo es.
En un escenario tan complejo no hay recetas que funcionen ni sentencias seguras para nadie y sobre nada. Nos toca ir atentos y a tientas. Una cosa que sí recomiendo a madres y padres es que se abran un perfil en TikTok: no para hacerse tiktokers (que también), sino para vincular su cuenta como padres o tutores a la de usuarios menores de edad. Esta funcionalidad (que encontrarán en los ajustes de la aplicación) es realmente interesante, aunque debemos explicar cuidadosamente los motivos de esta elección a los adolescentes que queramos proteger (les aconsejo usar este verbo en vez de “controlar”).
Ellas y ellos deberán entender que vincular las cuentas no les resta privacidad, pues no podemos leer sus mensajes ni eliminar o publicar sus vídeos. Pero sí nos permite exigir a la aplicación que no les muestre contenido que podría ser perjudicial para ellos y que no les deje usar la aplicación más de cierto tiempo al día, que se puede pactar y ampliar llegado el caso.
Es verdad que debemos educarlos para que sean responsables y capaces de controlarse, pero también es cierto que les estamos poniendo en las manos una droga (sin sustancia) altamente adictiva”.

Escrito por Umberto Jara


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