En los personajes de la leyenda sobre el cauce de la Achirana (el Inca-La doncella-el agua) se resume todo el problema histórico de Ica: el agua y su carencia en este valle fértil y caluroso.
Pero, no es sólo la construcción de este canal, que actualmente alcanza los 54 km de largo, y que riega el 51 % del valle, lo que interesa, también atañe la revisión de vocablos y la relación agua-mujer-literatura en Ica.
Las traducciones y aproximaciones al vocablo Achirana difieren de la que escribe Palma, que afirma “lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso”. Jesús Cabel hace suponer que el final de ese camino hermoso sea el rostro alegre de la doncella cuando ve llegar por fin el agua a Tate.
En el tópico: agua y mujer, Palma, es el primero que deja entrever que la mujer en Ica es agua. Los mitos orales más importantes que conoce el poblador iqueño, están dedicados al agua, por ejemplo los dedicados a lagunas, como Saraja o el milagro que Fray Ramón Rojas hiciera cavando con sus propias manos un pozo, haciendo aparecer agua a borbotones, calmando la sed de quienes atravesaban junto al curita, el desierto. Escritores peruanos también aluden a la relación agua-mujer: La sirena de Huacachina, poema escrito por José Santos Chocano; José María Arguedas, en su cuento sobre la laguna Orovilca, y que don Arturo Jiménez Borja, también recogiera. Los mitos, aluden a la hermosura de la mujer iqueña y a la ensoñación que causan a foráneos.
El Inca, en la versión de Palma, es magnánimo, no impone su autoridad para conquistar el amor de Chumbillaya. Es el entusiasmo por la mujer, lo que determina finalmente este regalo, más que una política de condescendencia y dádiva ante los nuevos súbditos. El Inca será recordado eternamente en el contar de la gente que nunca cesará de hablar de él con reconocimiento.
Lo cierto es que como dice María Teresa Oré, en el que creo es el mejor libro que se ha escrito sobre el agua en la costa sur del Perú esta construcción hizo posible la aparición de nuevos pueblos, que al tener agua disponible para ganar nuevas tierras, llegaron a vivir, levantando con barro y huarangos sus casas, en ambas orillas de la Achirana.
Esos pueblos que hoy constituyen distritos, algunos de ellos, con una población cercana a los 50, 000 habitantes, siguen beneficiándose de esta maravillosa construcción construida por Pachacutec.
La visión estratégica y la voluntad política para encaminar obras de desarrollo son 2 de las competencias que se destacan en el brillante Pachacutec, que si logró solucionar para Ica en esos tiempos el problema del agua, por eso los principales distritos se ubicaron a los lados del bello cauce.
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